El testimonio del General Heriberto Justo Auel ante el Tribunal Oral Federal N.º 1 no es uno más: es, a mi juicio, una pieza fundamental para comprender la complejidad del drama argentino de los años 70 y sus consecuencias aún vigentes.
Por Alberto Martinez (*)
Confieso con modestia que, por momentos, sus conceptos estratégicos me exceden en profundidad, pero eso no me impide –muy por el contrario me alientan a– intentar una aproximación honesta, comprometida y responsable a la cuestión a tratar. Creo firmemente que las nuevas generaciones de líderes, militares, policías y ciudadanos en general debemos asumir con plena conciencia lo que nos ocurrió como Nación, y lo que todavía seguimos pagando por no haber sabido (o querido) comprenderlo a tiempo.
Este trabajo no busca justificar, tampoco repetir slogans. Busca romper el cerco del «binarismo» ideológico, ese que nos impusieron los verdaderos enemigos de la Patria, para impedirnos pensar con libertad y mirar el pasado con madurez. Necesitamos conocer toda la verdad. Solo así podremos defender lo que amamos.
Amigos y enemigos
Como bien enseñaba, en los últimos años de su vida, uno de los protagonistas directos de aquella época: «La política hoy es casi únicamente definir quién es amigo y quién es enemigo, y nada más que eso» y avanzaba con una claridad demoledora: «Enemigo significa únicamente aquel que no permita que yo viva, y nada más. Mi enemigo no es el que piensa diferente, el que tiene otra fe, otro color de piel, el que es rico o el que es pobre, sino simplemente y únicamente, aquel que no permite que yo exista.»
Esta enseñanza —grabada a fuego— nos obliga a repensarlo todo. A romper el relato binario, a recuperar el sentido común, y a defender la vida, la verdad y la justicia sin banderías subalternas, sin dogmas que nos dividan, sin miedo a conocer aquello que promete que nos hará libres.
Introducción: La historia no termina en el pasado
En su célebre testimonio del 21 de marzo de 2014 ante el Tribunal Oral Federal N.º 1, el General de Brigada (R) Heriberto Justo Auel no solo explicó el contexto político y militar de los años 70 en Argentina. Hizo algo más profundo: alertó sobre las consecuencias actuales de una guerra no entendida y mal contada, y dejó planteado que la Argentina del presente está siendo arrastrada por una nueva forma de conflicto, más sutil, pero igual de destructiva.
Ese conflicto hoy tiene nombre: guerras de cuarta o quinta generación, también llamadas guerras híbridas o guerras informacionales. Lo que el General Auel describió como una derrota cultural y jurídica del Estado argentino se proyecta, con toda crudeza, sobre nuestras instituciones actuales.
Primera parte: ¿Qué pasó en los 70 según Auel?
Una guerra interna, no convencional
Para Auel, lo que ocurrió en los 70 fue una guerra revolucionaria interna, encuadrada en la lógica de la Guerra Fría. Grupos armados como Montoneros y el ERP intentaron tomar el poder por la vía violenta, utilizando métodos de guerrilla urbana y terrorismo.
“El Estado enfrentó un enemigo interno, organizado, ideologizado, financiado desde el exterior y decidido a destruir el orden constitucional”, sostuvo.
El Estado respondió con fuerzas legales, pero sin conducción estratégica. El Decreto 261/75 firmado por el gobierno de Isabel Perón ordenó a las Fuerzas Armadas “neutralizar o aniquilar” la subversión. Sin embargo, según Auel, se omitió el paso clave: conducir integralmente el conflicto desde la cabeza del Estado.
Segunda parte: Las fallas estratégicas del Estado argentino
Auel fue preciso en señalar cinco falencias claves que, a su juicio, impidieron una victoria política, cultural y jurídica del Estado:
1. Falta de conducción estratégica nacional
El poder civil delegó la lucha en las Fuerzas Armadas, pero no la condujo políticamente, lo que generó acciones sin cohesión ni legitimidad narrativa.
2. Ausencia de una doctrina nacional clara
No existió una doctrina que integrare las áreas de defensa, justicia, inteligencia y comunicación. Cada organismo actuó con sus propias reglas.
3. Falta de legislación acorde
El conflicto fue tratado como si fuera una cuestión de seguridad común, sin adaptar leyes, tribunales ni marcos jurídicos. Hoy eso se paga con juicios que aplican retroactivamente normas y reinterpretaciones ideológicas.
4. Subestimación del enemigo
Se consideró a la guerrilla como un grupo “residual” o “romántico”, sin ver su verdadero poder militar, financiero, propagandístico y desestabilizador.
5. Fracaso en la batalla cultural
El Estado no supo contar lo que ocurría. No defendió su accionar ni construyó memoria completa. Resultado: el enemigo perdió militarmente, pero ganó en el terreno simbólico y judicial.
Tercera parte: El salto a las guerras de última generación
¿Qué son?
Las guerras de cuarta o quinta generación son conflictos en los que se borra la línea entre lo militar y lo civil, lo interno y lo externo, el tiempo de guerra y el de paz. No se trata de guerras con tanques, sino con medios, redes sociales, tribunales, ONGs, periodistas militantes y operaciones psicológicas.
En este tipo de guerra:
- La información es un arma.
- La legalidad se usa como campo de batalla (lawfare).
- Se desestabiliza al adversario desde adentró, dividiendo a la sociedad y debilitando sus instituciones.
- El enemigo puede ser un juez, un periodista, un influencer, un político infiltrado.
Coincidencias entre la guerra revolucionaria argentina y la guerra híbrida actual
Auel lo dijo en más de una ocasión: la subversión de los 70 fue un modelo anticipado de la guerra moderna. Lo que entonces eran atentados, hoy son denuncias judiciales. Lo que eran panfletos, hoy son operaciones mediáticas. Lo que eran infiltrados, hoy son funcionarios o activistas con agenda globalista.
Coincidencias concretas:
- Enemigo interno, sin uniforme.
- Uso del terror psicológico, la propaganda y la infiltración.
- Inacción o complicidad del poder civil.
- Criminalización posterior de quienes defendieron el orden.
Consecuencias actuales: la derrota jurídica
La gran derrota, según Auel, no fue militar. Fue jurídica, cultural y simbólica. Hoy:
- Policías y militares están presos o procesados por obedecer órdenes legales.
- No hay juicios ni condenas por los crímenes de la guerrilla.
- La historia oficial solo cuenta una parte, y criminaliza a quienes protegieron a la Nación.
Esto no es memoria ni justicia, es una forma moderna de guerra jurídica y simbólica contra el aparato de seguridad y defensa nacional.
Reflexión final: proteger al que protege
Creemos que entender esta continuidad histórica es esencial para proteger a quienes hoy siguen cumpliendo funciones vitales en la defensa y la seguridad en el marco de la ley.
Si no entendemos qué fue la guerra revolucionaria y cómo se proyecta en las guerras actuales, estamos condenando a nuestros camaradas —otra vez— al abandono y al castigo.
La memoria completa no es un reclamo: es una necesidad nacional.
(*) Licenciado en Seguridad Pública y Ciudadana por la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAUS), ex oficial de la Policía de la Provincia de Santa Fe, dirigente gremial policial y periodista.
Fuentes consultadas:
- Testimonio del General Auel ante el TOF N.º 1, 21/03/2014 (video y transcripción).
- Publicaciones de Total News Agency.
- Libros y columnas del propio Auel (2000-2023).
- Decreto 261/75 y legislación aplicable.
- Artículos doctrinarios sobre guerras de cuarta y quinta generación (William Lind, Gerasimov, Escuela de Guerra del Ejército Argentino).
- Informes del CEANA y del CEMIDA.
- Libros de Juan B. Yofre y Ernesto Salas (visiones contrapuestas sobre los 70).
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